¿Dónde está el gobierno adecuado en la tierra?
La situación en la tierra y especialmente en nuestro país ha hecho que la gente se pregunte quién puede administrar el país de manera honesta y adecuada. Hoy todos anhelan la autoridad adecuada, que verdaderamente se preocupa por la gente y administra con rectitud y justicia.
Cansados de la codicia, la corrupción y el engaño, con la esperanza de obtener un gobierno adecuado, muchas personas quieren que el país no sea administrado por políticos sino por el pueblo. Sin embargo, incluso el pueblo y la sociedad en general no están exentos de los mismos males manifestados en días recientes y de manera tan abierta en los políticos. La misma raíz está en cada uno de nosotros. Estos males se originan dentro del corazón humano. En el evangelio de Marcos, Jesús dijo: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, proceden los malos pensamientos, las fornicaciones, los hurtos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la blasfemia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro proceden, y contaminan al hombre” (Mr. 7:21-23).
Por eso, la necesidad actual no puede satisfacerse ni con un cambio de gobierno ni con el propio pueblo. El deseo de hacer las cosas de una mejor manera es fuerte, pero falta el poder para llevarlo a cabo. El apóstol Pablo lo expresó bien: “Pues yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” (Ro. 7:18).
La sociedad que buscamos es en realidad el reino de Dios. El reino de Dios es “justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Ro. 14:17). El gobernante de este reino es Jesucristo, el Justo (1 Jn. 2:1). La Biblia promete que “el gobierno está sobre Su hombro” y “el aumento de Su gobierno y Su paz no tendrán fin… de modo que sea establecido y sostenido en equidad y en justicia desde ahora y por la eternidad” (Is. 9:6-7). La manera de entrar en este reino no es mediante los esfuerzos inútiles del hombre por reformar el corazón humano, que está enfermo de manera incurable (Jer. 17:9), sino mediante un nuevo nacimiento. Jesús dijo: “El que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Jn. 3:5). La Biblia también promete que “si alguno está en Cristo, nueva creación es; las cosas viejas pasaron; he aquí son hechas nuevas” (2 Co. 5:17).
Querido compatriota, esto es lo que necesita nuestro país. Si recibes a Jesucristo, Él vendrá a ti como el Príncipe de Paz con Su gobierno celestial. Cristo te hará una nueva creación y establecerá Su reino de amor, luz, rectitud y justicia dentro de ti. Hoy en día, lo que nuestra nación necesita no son sólo personas que ejerzan autoridad, sino personas que están bajo el gobierno de Dios.
Para recibir a este Cristo, el “Deseado de todas las naciones” (Hag 2:7) simplemente vuélvete a Él con un corazón abierto y honesto y dile:
Señor Jesús, soy un pecador. Te necesito. Gracias por morir por mí. Señor Jesús, perdóname y límpiame de todos mis pecados. Necesito un nuevo nacimiento. Entra en mí y hazme una nueva creación. Te recibo ahora como mi Señor, mi Salvador y mi vida. Señor Jesús, ¡quiero que me gobiernes y que Tu reino se establezca en mí!
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